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“Too Young To Die Old” es una forma de sentir, de vivir y de morir joven. Un espíritu experimentador, apasionado e integrador que no entiende de edad pero es sensible al tiempo y a las historias de emociones vibrantes, esas que traducen un intento permanente por hacer lo que se necesita hacer y por ser quien se quiere ser. Esta vibración es la base de una certeza personal: aunque muera con 100 años, seguiré muriendo joven.

La colección es una reflexión sobre el furor electrizante de los movimientos generacionales juveniles; un guiño cómplice a su energía emocional y a sus maneras trepidantes de expresar la vida.

Los parámetros que a lo largo de las décadas han ido construyendo las Generaciones X (a la cual pertenezco), Millenial y ahora la Gen-Z o iGen, confluyen con experiencias simbólicas de un presente tan convulso como apasionante. Las cuestiones sexuales y de género, por ejemplo, desdibujan progresivamente sus barrotes y perfilan su intrínseca elasticidad gracias a la lucha LGTBIQ.

La adolescencia es una etapa decisiva en la construcción de paisajes emocionales. El existencialismo adolescente tiene una tendencia a perderse en tangentes de ensueño, que son a la vez conscientes e hipnóticas, pero también altamente embaucadoras. Los jóvenes hiperarticulados, extravagantes y analíticos, suelen disponer de la ligereza como herramienta de defensa contra los episodios hirientes de los que todavía no poseen un catálogo de experiencias. Este recurso de protección, que desde mi punto de vista (que es el de alguien que dejó de ser adolescente hace casi 30 años) se queda sin pila con el uso de la vida, convive a veces con etapas de tristeza y melancolía de sello adolescente.

Gran parte de mis intereses creativos han estado muy ligados a las coordenadas de lo marginal, a la periferia de las culturas y subculturas contemporáneas y a los elementos de subversión de los movimientos juveniles. Por eso esta vez, de nuevo, se convierten en figura protagonista.

“Too Young To Die Old” evoca la vitalidad embriagadora de las relaciones humanas y su anhelo adolescente en estado puro. La colección salta de una mirada oscura, reflejada en un comienzo en blanco y negro salpicado de manchas (metáfora de la ansiedad, confusión e inseguridad de las relaciones) a una electrizante evolución que experimenta a través del color y las texturas para representar los momentos de luz que alumbran la necesidad de libertad y felicidad futura.

Es una colección muy gráfica, también descarada, con momentos tranquilos que son igualmente impactantes. Un drama ensoñador con una narrativa modulada que sabe cuando empujar y cuando retroceder, estéticamente hablando, y que replica el enganche de madurez emocional y física en el que se encuentran los cerebros de mis protagonistas adolescentes. Emociones y pensamientos representados siempre desde una electricidad vibrante y sofisticada.

• COLORES Y TEJIDOS •

Negro en lentejuelas con acabados de manchas aterciopeladas en grafito, manchas de humo sobre puntos de canalé y bases de pata de gallo, taffetas en gris, lunares en plata sobre pata de gallo en B/N, tweet en azul midnight con cascadas bordadas de lentejuela en plata y negro, organza royal blue con print metalizado de flores en rojo fuego, metalizado en aguamarina, mandarina y verde pálido, pelo sintético en lavanda, paño de alpaca y mohair en rosa chicle, Jacquard inflado en verde bosque con orquídeas negras, aplicaciones circulares de flecos metalizados multicolor, plisado Fortuny sobre estampado floral metalizado, tweed en rojo sangre con estampación floral en grafito, tul con bordados de lentejuelas florales.